Carta a una cajera de Mercadona
12/08/2012
Pascual Serrano/
Estimada trabajadora de la cadena de supermercados Mercadona.
Todos hemos podido ver el vídeo en el que, al encontrarte con que numerosos de los jornaleros del Sindicato Andaluz de Trabajadores intentaban expropiar diversos alimentos básicos de tu supermercado para donarlos a un banco de alimentos, intentaste evitarlo y recibiste el empujón de uno de ellos. Como resultado te sentiste humillada y te quedaste llorando en un rincón. Muchos políticos, analistas y medios de comunicación han salido en tu defensa y se han convertido, sorpresivamente y por primera vez, en defensores los trabajadores, mejor dicho de una trabajadora como tú. Ahora, varios días después, probablemente sigas indignada con los que te empujaron y te sientas arropada y agradecida con estos defensores.
Todos hemos podido ver el vídeo en el que, al encontrarte con que numerosos de los jornaleros del Sindicato Andaluz de Trabajadores intentaban expropiar diversos alimentos básicos de tu supermercado para donarlos a un banco de alimentos, intentaste evitarlo y recibiste el empujón de uno de ellos. Como resultado te sentiste humillada y te quedaste llorando en un rincón. Muchos políticos, analistas y medios de comunicación han salido en tu defensa y se han convertido, sorpresivamente y por primera vez, en defensores los trabajadores, mejor dicho de una trabajadora como tú. Ahora, varios días después, probablemente sigas indignada con los que te empujaron y te sientas arropada y agradecida con estos defensores.
En primer lugar quiero decirte que es
comprensible tu reacción instintiva de oposición a quienes intentaban
llevarse la comida en el centro donde trabajas, por eso es necesario
recurrir a la razón para no limitarnos al instinto. Para empezar hemos
de precisar que tu trabajo consiste en cobrar los productos a los
clientes, no custodiarlos ni impedir su sustracción ni apropiación sin
pago. Cuando intentaste evitarlo no estabas cumpliendo con tu trabajo,
tomaste posición en un conflicto que no era el tuyo, porque la discusión
por la propiedad de unos litros de aceite, otros de leche y alguna
lata, entre el dueño de la cadena de supermercados y unos activistas que
querían repartirlo entre familias sin recursos para comer, era un
asunto ajeno a las condiciones laborales de tu contrato.
Estimada trabajadora, no sé si has oído
hablar de las clases sociales o de la lucha de clases. Básicamente
consiste en reconocer que en una sociedad hay ricos y pobres, y que se
encuentran en conflicto porque a más riqueza para los ricos, más pobreza
para los pobres. Algo mucho más indignante si son estos pobres los que,
con su trabajo, logran que los ricos amasen su fortuna. Con tu gesto
del otro día tu tomaste una posición en esa lucha, en ese conflicto.
Cuando tuviste que decidir entre los pobres que deben recurrir a la
caridad del banco de alimentos donde irían destinados los productos
sustraídos del supermercado donde trabajas y el patrimonio de la familia
Roig, propietaria de la cadena, con un beneficio en el año 2011 de a
474 millones de euros, tú, libremente, te pusiste al lado de los
segundos. No te quiero culpar por ello, insisto en que pudo ser una
reacción instintiva que te hizo olvidar que esos productos que pasan
durante cuarenta horas por tus manos no son tuyos, son de una familia
millonaria, tu solo trabajas cobrando a los clientes. Te equivocaste a
la hora de defender los intereses de una clase social, defendiste los
del rico a pesar de que tú eres una trabajadora y tus intereses son
opuestos a los de él: para que él sea rico tu debes cobrar menos, si tu
cobrases más el sería menos rico. Tus intereses, aunque algunos insistan
en lo contrario, no son los mismos que los del dueño de Mercadona. No
eres la única que confunde los intereses de su clase con los de los
ricos, basta observar cuántos trabajadores han votado al Partido Popular
para que apruebe una amnistía fiscal a los ricos que defraudan a
Hacienda o destine dinero público a bancos dirigidos por directivos que
ganan cientos de miles de euros y, al mismo tiempo les obligue a esos
trabajadores a que paguen más IVA por el material escolar de sus hijos o
los despida como empleados públicos si son interinos.
En cuanto a los que te han defendido y te
han presentado como víctima de unos ladrones de supermercado que no
respetan la ley, quiero que sepas que solo lo han hecho para utilizarte
contra los de tu propia clase social, nunca esos políticos y periodistas
de Intereconomía o de la COPE se hubieran preocupado por ti si te
hubieras quedado sin trabajo, nunca se han interesado porque una cajera
cobre un sueldo digno. Es más, a esos que les molestó tanto el empujón
que sufriste, nunca dijeron nada cuando a los trabajadores que pedían
que no les despidieran con la nueva reforma laboral, que sus hijos
tuvieran calefacción en el colegio o que las medicinas siguieran siendo
gratuitas para nuestros pensionistas los policías les abrían la cabeza
con una porra.
Querida trabajadora, el otro día lloraste
desconsolada después del empujón, sin duda te sentiste sola. Te sentiste
sola porque estuviste defendiendo las propiedades de un millonario que
gana 474 millones al año, y mientras tanto ese millonario bien podría
estar disfrutando de sus vacaciones de agosto en un lujoso hotel o en un
yate mientras tu defendías su dinero. En cambio, los sindicalistas que
tomaban la comida de tu supermercado nunca están solos porque saben cuál
es su clase social, saben de qué lado están, se ayudan, y por eso
fueron a por comida a tu supermercado que, por cierto, no es tuyo. En tu
mano está no volverte a sentir sola, no volver a llorar por nada
parecido. Esas personas que te empujaron cuando te pusiste del lado del
empresario son las mismas que volverán a por comida para ti si mañana
eres tú la que no tienes para comer. Serán ellos los que te ayuden y no
los periodistas de Intereconomía. Solo necesitas reconocer a los tuyos,
son todas esas personas que luchan para que nadie pase hambre mientras
otros se hacen millonarios. Si los vuelves a ver en el supermercado
donde trabajas, recuerda que no son tus enemigos, que la comida del
supermercado no es tuya, que quizás mañana tú no tengas trabajo y la
necesites, que ellos las estarán cogiendo para ti y que el dueño de
Mercadona gana 474 millones al año.
Pascual Serrano es periodista. Su último libro es "Contra la neutralidad. Tras los pasos de John Reed, Ryzard Kapuścińsky, Edgar Snow, Rodolfo Walsh y Robert Capa" . Editorial Península. Barcelona