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Lo que de verdad dijo Lenin del Derecho de Autodeterminación
El proletariado no puede guardar silencio acerca de la cuestión particularmente desagradable para la burguesía imperialista.Dice Lenin: “El derecho de autodeterminación de las naciones significa exclusivamente el derecho a la independencia en el sentido político, a la libre separación política de la nación opresora. Concretamente, esta reivindicación de la democracia política significa la plena libertad de agitación en pro de la separación, y de que ésta sea decidida por medio de un referéndum de la nación que desea separarse”. (Obras Completas, t. XXII, p. 158).
“El proletariado no puede guardar silencio acerca de la cuestión particularmente desagradable para la burguesía imperialista, de las fronteras del Estado basado en la opresión nacional. El proletariado no puede dejar de luchar contra la retención violenta de las naciones oprimidas dentro de las fronteras de un Estado dado, y eso significa luchar por el derecho a la autodeterminación. El proletariado debe reivindicar la libertad de separación política para las colonias y naciones oprimidas por “su” nación. En caso contrario, el internacionalismo del proletariado quedará en un concepto huero y verbal; resultarán imposibles la confianza y la solidaridad de clase entre los obreros de la nación oprimida y los de la nación opresora; quedará sin desenmascarar la hipocresía de los defensores reformistas y kautskistas de la autodeterminación, que no hablan de las naciones oprimidas por “su propia” nación y retenidas la violencia en “su propio” Estado” (Lenin, Obras Completas, t XXI, p. 160).
Marx mismo lo decía y Lenin lo comenta: “Marx, teniendo en cuenta sobre todo los intereses de la lucha de clase del proletariado en los países avanzados, destacaba al primer plano el principio fundamental del internacionalismo y del socialismo: el pueblo que oprime a otros pueblos no puede ser libre”. (XXII, p. 162).
“Precisamente -dice Lenin- en el siglo XX se han desarrollado en ellos de modo singular los movimientos nacionales democrático-burgueses, y se ha exacerbado la lucha nacional. Las tareas del proletariado de esos países, tanto en la culminación de sus transformaciones democrático-burgueses como en la ayuda en la revolución socialista de otros Estados, no pueden ser cumplidas sin defender el derecho de las naciones a la autodeterminación. En ellos es singularmente difícil e importante la tarea de fundir la lucha de clase de los obreros de las naciones opresoras y de los obreros de las naciones oprimidas”. (XXII, p. 164).
Lenin dice de ellos: “Por una parte vemos a los lacayos bastante descarados de la burguesía que defienden las anexiones alegando que el imperialismo y la concentración política son progresivos, y que niegan el derecho de autodeterminación, calificándolo de utópico, ilusorio, pequeño burgués”. (XXII, p.165).
“No puede haber ya ninguna guerra nacional. Las guerras nacionales contra las potencias imperialistas no sólo son posibles y probables, sino también inevitables y progresivas, revolucionarias, aunque, claro está, para que tengan éxito es imprescindible aunar los esfuerzos de un inmenso número de habitantes de los países oprimidos… o que se dé una conjugación especialmente favorable de la situación internacional (por ejemplo, paralización de la intervención de las potencias imperialistas como consecuencia de su agotamiento, de su guerra, de su antagonismo, etc.), o la insurrección simultánea del proletariado de una de las grandes potencias contra la burguesía”. (XXII, p. 335, 336).
“Ser enemigo de las anexiones significa estar en favor del derecho de autodeterminación: Estar contra la retención violenta de cualquier nación dentro de las fronteras de un Estado dado… es lo mismo que estar en favor de la autodeterminación de las naciones”. (XXII, p.353).
“Precisamente en la “era del imperialismo” que es la era de la incipiente revolución social, el proletariado apoyará hoy con particular energía la insurrección de las regiones anexionadas, a fin de atacar mañana, o al mismo tiempo, a la burguesía de la “gran” potencia, debilitada por esa insurrección”. (XXII, p. 357).
Añade Lenin: “Las anexiones “abren un abismo entre el proletariado de la nación dominante y el de la nación oprimida…” (…) “el proletariado de la nación oprimida se unirá a su burguesía y verá un enemigo en el proletariado de la nación dominante. La lucha de clases internacional del proletariado contra la burguesía internacional sería substituida por la escisión del proletariado, por su corrupción ideológica”. (XXII, pág. 361).
Lenin recordaba a los partidos socialistas: “Nosotros decimos: para que podamos hacer la revolución socialista y derrocar a la burguesía, los obreros deben unirse más estrechamente, y la lucha en pro de la autodeterminación, es decir, contra las anexiones, contribuye a esa unión estrecha”. (XXII, pág. 361).
Lenin consideraba que era primordial la lucha en favor de los pueblos oprimidos: “El centro de gravedad de la educación internacionalista de los obreros de los países opresores tiene que estar necesariamente en la prédica y en la defensa de la libertad de separación de los países oprimidos. De otra manera, no hay internacionalismo. Tenemos el derecho y el deber de tratar de imperialista y de canalla a todo social-demócrata de una nación opresora que no realice tal propaganda”. (XXII, pág. 373).
Decía Lenin: “Para ser socialdemócrata internacionalista hay que pensar no sólo en la propia nación, sino colocar por encima de ella los intereses de todas las naciones, la libertad y la igualdad de derechos de todas. “Teóricamente”, todos están de acuerdo con estos principios; pero, en la práctica, revelan precisamente una indiferencia anexionista. Ahí está la raíz del mal”. (XXII, pág. 373).
En una carta a Kautsky le dice Lenin: “Las antipatías nacionales no desaparecerán tan pronto, el odio -completamente legítimo- de la nación oprimida a la nación opresora continuará existiendo durante cierto tiempo; sólo desaparecerá después de la victoria del socialismo y después de la implantación definitiva de relaciones plenamente democráticas entre las naciones”. (XXII, pág. 380).
“Tiene razón Mao Tse-tung al decir que la fuerza revolucionaria ha pasado a los pueblos oprimidos por el imperialismo (…).
Si Finlandia, Polonia o Ucrania se separan de Rusia, no hay ningún mal en ello. ¿Qué mal puede haber? Quien lo afirme es un chovinista.
¡No pueblo ruso, no te atrevas a avasallar a Finlandia: el pueblo que oprime a otros pueblos no puede ser libre! “. (XXIV, pág. 27).
Por ello Lenin ponía en claro: “Si dijéramos que no reconocemos ninguna nación finlandesa, sino únicamente a las masas trabajadoras, diríamos el mayor de los absurdos.
No se puede dejar de reconocer lo que existe: la realidad se impone por sí misma. El deslindamiento de los campos entre el proletariado y la burguesía, sigue vías peculiares en los distintos países. En este camino tenemos que actuar con la máxima prudencia. En especial en relación a las diferentes naciones, porque nada peor que la desconfianza de una nación”. (Obras selectas, tomo III, pág. 202).
Por eso Lenin dice: “Nuestro programa no debe hablar de autodeterminación de los trabajadores, porque es inexacto. Debe decir las cosas como son. Y por cuanto las naciones se encuentran en diferentes etapas del camino que va de régimen medieval a la democracia burguesa y de la democracia burguesa a la proletaria, esta tesis de nuestro programa es absolutamente exacta. En este camino hemos tenido muchos zig-zags. Cada nación debe obtener el derecho a la autodeterminación, y esto contribuye a la autodeterminación de los trabajadores”. (Obras selectas, tomo III, pág. 202).
Lenin sobre una única lengua estatal comenta en “Obras completas” (tomo XX pág. 67) en un artículo que se intitula “¿Es necesaria una lengua oficial obligatoria?” y oponiéndose tanto a los chovinistas como a los liberales dirá de éstos: “Pero éstos preconizan al mismo tiempo el empleo de una lengua obligatoria oficial, necesaria, según ellos, en interés de la “cultura” de la Rusia una e indivisible”.Y después de oponerse claramente a la pretensión de llevar a golpe de látigo a todos los alógenos al paraíso ruso, acaba este artículo diciendo: “Por esta razón los marxistas rusos dicen que no debe existir una lengua oficial obligatoria, sino que hay que poner a disposición de la población escuelas en las que la enseñanza será dada en todas las lenguas locales y que se debe incluir en la Constitución una ley fundamental que abolirá los privilegios, cualesquiera que sean, acordados a cualquiera que sea la nacionalidad, y que suprimirá todas las violaciones, cualesquiera que sean, de las minorías”.
“Destruyendo las lenguas nacionales y las civilizaciones nacionales, los imperialistas buscan socavar el potencial de resistencia de los pueblos colonizados. Quieren hacer desaparecer en ellos la voluntad de liberación” (del político marxista-leninista F. Leonidow, “Racismo. Arma ideológica del Imperialismo”, pág. 23).
Merecen citarse las páginas testamentales de Lenin, pues reúnen la conjunción de todo su pensamiento en el momento final donde resume: “ACERCA DEL PROBLEMA DE LAS NACIONALIDADES o DE LA CUESTION DE LA AUTONOMIA” (…): “En mis obras acerca del problema nacional he escrito ya que el planteamiento abstracto del problema del nacionalismo en general no sirve para nada. Es necesario distinguir entre el nacionalismo de la nación opresora y el nacionalismo de la nación oprimida, entre el nacionalismo de la nación grande y el nacionalismo de la nación pequeña.
Con relación al segundo nacionalismo, nosotros los integrantes de una nación grande, casi siempre somos culpables, como lo demuestra la experiencia histórica, de infinitos actos de violencia; e incluso más todavía: sin darnos cuenta, cometemos infinito número de actos de violencia y de ofensas. No tengo más que evocar los recuerdos en mi estancia en las regiones del Volga para poder mostrar con qué menosprecio se trata a los alógenos, que la única manera de llamar a los polacos es “poliachishka”, que para burlarse de los tártaros siempre se les llama “príncipes”, al ucraniano se le llama “khokhol” y al georgiano y demás naturales del Cáucaso los llaman “hombres del Cáucaso”.
Por eso, el internacionalismo por parte de la nación opresora, o de la llamada nación “grande” (aunque sólo sea grande por sus violencias, sólo sea grande como lo sea un esbirro), no debe consistir solamente en respetar la igualdad formal entre las naciones, sino también en observar una desigualdad que, de parte de la nación opresora, de la grande nación, compense la desigualdad que prácticamente se produce en la vida. Quien no haya comprendido esto, no ha comprendido la posición verdaderamente proletaria entre el problema nacional; en el fondo sigue manteniendo el punto de vista pequeñoburgués, y por ello no puede menos de deslizarse a cada instante al punto de vista burgués (…). Y el mañana de la historia universal será el día en que se despierten definitivamente los pueblos oprimidos por el imperialismo, que ya han abierto los ojos, y cuando empiece la larga y dura batalla por su emancipación”. (31.XII.22). Tomado taquigráficamente por M.V. (Obras Selectas, tomo III, pág. 889 a 895)”. Este escrito es seguramente lo último que dictó el gran jefe de la Revolución Rusa.
* Federico Krutwig “La Cuestión Vasca” (1966)
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