Las movilizaciones iniciadas el 15M responden a una estrategia de bajar la presión a la olla social y evitar respuestas de contenido clasista.
En una coyuntura así hay que responder con organización, organización y organización.
En una coyuntura así hay que responder con organización, organización y organización.
Las movilizaciones iniciadas este 15M bajo el lema “Democracia Real Ya”, se soportan sobre el nivel de hartazgo, de una parte importante de la base social, ante las consecuencias que la crisis capitalista está teniendo sobre sus condiciones de vida, especialmente sobre la clase obrera y sectores populares y, de una manera particular, sobre la juventud.
El PCPE analiza esta situación con atención, y hace este pronunciamiento con la voluntad de ayudar a que este movimiento –de confusos orígenes- no distraiga a la clase obrera y evitar que actúe ayudando a bloquear el avance de una posición de confrontación con las raíces profundas de la crisis capitalista. El desarrollo de los acontecimientos apunta a que, con una cierta salida de presión de la olla social, todo volverá a estar en coordenadas asumibles por el bloque dominante, que continuará con sus políticas antiobreras para tratar de remontar la crisis sistémica, manteniendo el consenso social hasta ahora logrado.
A la hora de caracterizar este movimiento, hay tres elementos que determinan nuestro análisis:
-se trata de un movimiento que ataca la línea de flotación de la lucha de clases.
-se trata, así, de un movimiento interclasista
-se trata de un movimiento de claro carácter ideológico pequeñoburgués
EL RETROCESO DE LA ORGANIZACÓN DE LA CLASE OBRERA
La debilidad de una herramienta desarrollada por parte de la clase obrera, en forma de Partido Comunista, ampliamente implantado y combativo; así como la falta de desarrollo de un proyecto sindical clasista con amplio apoyo de la clase obrera, forman parte del caldo de cultivo que da lugar a este movimiento.
La agudización de la lucha de clases en España es un hecho objetivo, sistemáticamente ocultado por el bloque del poder. La situación derivada de la crisis está afectando a sectores bien formados profesionalmente, y con amplia capacidad intelectual, de la clase obrera; principalmente jóvenes, que ven cómo las condiciones de vida que se les prometían bajo el capitalismo no están siendo satisfechas, sino todo lo contrario, se frustran. Ante esta situación, y ante las insuficiencias del elemento subjetivo revolucionario, estos sectores buscan salida a su descontento por medio de expresiones reformistas y pequeñoburguesas, claramente manipulables por parte del sistema para evitar la elevación de la conciencia y el posible estallido social con un sentido transformador.
Bajo un programa de corte reformista, basado en planteamientos tan idealistas como que la crisis económica es fruto, en parte, del mal funcionamiento de los mecanismos “democráticos” de un país como España (homologable a los del resto de países de la UE), o de los mecanismos de “control financiero”, se plantean una serie de propuestas -recogidas en sus Propuestas-, que van desde la petición de bonificaciones a empresas que tengan poca contratación temporal, la exigencia de la plena aplicación de la Ley de Dependencia, la Tasa Tobin, la reforma de la Ley Electoral o la inclusión de “mecanismos que garanticen la democracia interna en los partidos”, todo ello pasando por la utilización de términos como “clase política”, que parten de una concepción ajena a nuestros planteamientos más básicos. Esta orientación idealista y posibilista no cuestiona para nada la validez del sistema capitalista, sencillamente trata de reformarlo para que funcione mejor.
UNA POSICIÓN CONTRA LA ORGANIZACIÓN COMBATIVA DE LA CLASE OBRERA
Estos planteamientos reformistas, que perfectamente suscribirían IU o el PCE en su lógica de ir hacia un capitalismo de rostro humano (a veces dicen “socialismo”) “mediante la profundización de la democracia”, se le unen una serie de posicionamientos abiertamente atentatorios contra la forma de organización del movimiento obrero: el Partido y el Sindicato. Aprovechando la mala imagen de los partidos burgueses (a pesar de que, por ejemplo en el País Valenciano, todas las encuestas pronostican una victoria aplastante de Camps a pesar de la corrupción) y los sindicatos mayoritarios, se hace tabla rasa y se plantea un discurso antipartido y antisindicato, que recupera los posicionamientos más izquierdistas relativos a la no necesidad de organicidad, de estructuras y que dice organizarse “horizontalmente” a través de “las redes sociales”.
La militancia comunista tiene suficiente experiencia acumulada, a través de décadas de lucha, como para saber perfectamente que las ideas no viven sin organización, y mucho menos las ideas variopintas de un movimiento que dice pretender plantar cara al poder establecido; cada vez con más sofisticados recursos para dinamitar las posibles erupciones descontroladas que puedan salir en momentos como el actual.
Y también sabemos que los discursos basados en la “inorganicidad” están pensados para desprestigiar y tratar de arrinconar a la posible influencia de los Partidos Comunistas, alabando el espontaneísmo, el movimentismo y el horizontalismo, elementos que se demuestran siempre como falsos en la práctica y muy útiles a determinados sectores izquierdistas. En lo concreto, todo militante comunista con cierta experiencia en “ámbitos unitarios”, ha sufrido este tipo de experiencias y sabe a dónde acaban llevando: imposibilidad de planteamiento del discurso ideológico comunista, manipulación de asambleas, etc. En este caso, la supuesta utilización de las “redes sociales” es un elemento engañoso y muy conveniente para determinados sectores interesados en desprestigiar las formas de organización de la clase obrera.
CONTINUAR CON LA ORGANIZACIÓN DE LA CLASE OBRERA
Quienes militamos por la revolución no podemos dar cobertura, directa o indirectamente, a posicionamientos que atacan directamente a la esencia del partido leninista de nuevo tipo. Aunque habrá otros planteamientos ideológicos que –incluso reclamándose herederos de Lenin-, hagan la vista gorda con ese elemento. Nosotros no, y nuestra tarea es combatir estas posiciones haciendo valer nuestra experiencia y nuestro análisis de clase.
Por otro lado, el PCPE no asume los planteamientos de corte posmoderno relativos al fin de la clase obrera y su disgregación en distintos sectores: precarios, subcontratados, desempleados. Ese posicionamiento tiende a dividir a la clase obrera y facilitar el trabajo de los elementos más reaccionarios, facilitando a su vez el planteamiento divisionista que diferencia entre “trabajadores privilegiados” y “trabajadores no privilegiados”. El grado de explotación de la clase obrera no se define únicamente por su remuneración o tipo de contratación, sino por su posición esclavizada en la cadena de obtención de la plusvalía por la burguesía.
Todos los indicios apuntan a que este tipo de movimientos –que se aprovechan de una situación objetiva de frustración social que afecta a amplios sectores de la clase y de pueblo-, sirven como válvula de escape en un momento en que las consecuencias de la crisis capitalista están siendo visibles para amplísimos sectores de la clase obrera, y compartidos también por sectores de la pequeña burguesía que se ven abocados a la proletarización. La tarea de los y las comunistas en este caso no puede pasar por reforzar herramientas difusas o sumarse ciegamente a cualquier movimiento, sino en redoblar la ofensiva ideológica y dedicar el trabajo práctico a fortalecer el Partido Comunista como referente de la clase obrera organizada y consciente de su papel revolucionario. Si no se trabaja en esta línea, fruto además del debate realizado en nuestro 9º Congreso, se pierde la orientación de las condiciones concretas en que se desarrolla la lucha de clases en nuestro país, y como encauzarla hacia posiciones superadoras de las actuales limitaciones de la clase obrera para dar una respuesta.
El PCPE denuncia la posición de las organizaciones reformistas que, carentes de todo tipo de criterio científico, se han sumado de manera oportunista a este proceso. Al mismo tiempo, este movimiento es apoyado desde sectores empresariales de extrema derecha. Esta absoluta sopa ideológica es totalmente inoperante y condenada a la desaparición una vez haya pasado la fiebre momentánea.
Un elemento que avala aún más nuestra incredulidad ante este proceso es el amplio eco mediático que tiene. Sorprendente, dada la habitual actitud de los medios de comunicación oficiales ante las movilizaciones y manifestaciones que confrontan con el sistema. Se trata de un movimiento que viene muy bien al poder desde el momento en que parte del rechazo a partidos y sindicatos, quebrando así la espina dorsal del movimiento obrero. Esto está atrayendo a sectores que hasta ahora no se habían movilizado ante ninguno de los ataques hacia la clase obrera y que, ante el evidente cansancio que generará esta cuestión, acabarán volviendo a sus casas con la subjetividad de derrota y refractarios a la organicidad.
SEGUIREMOS TRABAJANDO PARA LEVANTAR UN FUERTE REFERENTE CLASISTA QUE ENCAUCE EL DESCONTENTO SOCIAL
Es inevitable que la militancia comunista confronte ideológicamente con este tipo de procesos. El Partido Comunista no puede ser parte activa en la difusión de un mensaje que atenta contra su propia naturaleza, ni ser víctima de fiebres momentáneas condenadas al fracaso y con indudable orientación reformista. Nuestra militancia no dará aliento a esta orientación política.
La militancia del Partido -interviniendo desde los bordes de este movimiento- debe tener la capacidad de convertirse en referente de quienes, con buena voluntad, participan en estas iniciativas en la creencia de que le conducirán a posiciones de lucha por sus intereses de clase; pero en ningún caso avalándolo. Un proceso de elevación de la conciencia de clase pasará siempre por iniciativas transitorias que distraigan de la línea correcta a fracciones de la clase que buscan una respuesta a sus inquietudes; si el Partido sabe localizar a estas fracciones de la clase, y establecer interlocuciones con ella, deberá intervenir para aproximarlas a sus posiciones revolucionarias.
Defenderemos siempre la acción autónoma del Partido buscando el fortalecimiento de las corrientes revolucionarias del movimiento obrero. La burguesía, con sus argucias, no impedirá que la clase obrera española avance hacia posiciones revolucionarias y hacia la búsqueda de una salida socialista revolucionaria a la actual crisis estructural del sistema capitalista.
Madrid 19 de Mayo de 2.011
Comité Ejecutivo PCPE