jueves, 16 de junio de 2011

Un gesto insertado en la historia.
Un proyecto de futuro siempre tiene que anclar referencias en la historia. La conciencia histórica es motor indispensable de transformación, como nos enseñó el historiador Josep Fontana.
Domingo Garí | Alternativa Sí se puede por Tenerife |Un proyecto de futuro siempre tiene que anclar referencias en la historia. La conciencia histórica es motor indispensable de transformación, como nos enseñó el historiador Josep Fontana en su famoso libro, Historia, análisis del pasado y proyecto social. La toma de posesión de los cargos públicos de Sí se puede fue en este sentido un momento importante, rupturista y transformador, al haber acatado sus nombramientos “por imperativo legal”, tal como la asamblea insular había recomendado a los candidatos electos.
El imperativo legal nos viene a recordar que aunque estamos en un orden monárquico-constitucional, nosotros, acatando la legalidad vigente, sin embargo, la cuestionamos y reivindicamos el derecho a la república y a un proceso constituyente nuevo. Revaluamos y traemos nuevamente a la arena de lo político el deseo de transformar de raíz el modelo implantado a la muerte del dictador. El compromiso quedó así establecido en el reconocimiento del soberano, no en la figura del rey, sino en la figura del pueblo (Arcila dixit), como ya sentenció para la historia la revolución francesa de 1789. Nos reconocemos también en esa tradición republicana en la que se fundan los estados modernos, y prometemos no descansar hasta su advenimiento. Los valores republicanos siguen siendo los de la fraternidad, la libertad y la igualdad. Pero estos principios no sirven por sí solos. Si no van juntos no es más que una estafa. Como escribió Marat, periodista y dirigente en la revolución de 1789: “¿De qué sirve la libertad política para los que no tienen pan? Sólo tiene valor para los teorizantes y los políticos ambiciosos.”
No queremos eso. No hay libertad sin igualdad. No hay igualdad sin libertad. En estos momentos en que la marea negra atraviesa las tierras de España y de sus nacionalidades, es más pertinente que nunca gestos cargados de razón como los que protagonizaron todos los concejales de la izquierda ecosocialistas en su toma de posesión. Y sobre esos gestos cargados de valor simbólico y de fuerza política transformadora uno en concreto me pareció que nos ancla muy hondo en la tradición de lucha de las gentes de estas tierras que llamamos Archipiélago canario. Por imperativo legal hasta las consecución de una “Canarias libre y ecosocialista”. Que bien suena a los oídos de todos los que hace más de una centuria comenzaron de verdad las luchas antagonistas aquí. El grito que lanzó Secundido Delgado a finales del siglo XIX era el de las clases obreras que luego organizaron el primer sindicato de clase en la historia de Canarias. La Asociación Obrera de Canarias en 1900. Canarias libre del caciquismo, del colonialismo. La redención del pueblo contra los opresores de aquí y de fuera. Un grito clasista, proletario. Comenzó a fundarse así la primera manifestación de la conciencia de clases en Canarias.
A largo del siglo XX el contenido de esa consigna fue defendida en los bravos años de las luchas republicanas, por los sectores más lúcidos y avanzados de la izquierda insular. Guillermo Ascanio, Jose Miguel Pérez y Azucena Rojas, entre otros, intentaron darle contenido a esa aspiración con la creación del Frente Único Revolucionario, primero, y después con el Frente Popular, ambos en los convulsos años treinta. La represión y el fascismo impidieron el desarrollo de un proceso de liberación social, que era también, un momento en la construcción de la identidad nacional canaria. Los militarotes lo bañaron todo en sangre. Las manifestaciones más avanzadas del pensamiento cultural y político fueron barridas de las islas y se volvió a la edad media. Los cruzados habían vencido en la guerra. El españolismo y su forma ideológica, el nacional-catolicismo, nos hundió en la pobreza material e intelectual.
Cuando la oposición antifascista comenzó a levantar cabeza hacia finales de la década de los cincuenta, tras el asesinato de estado de Juan García el Corredera, de nuevo los sectores de vanguardia del pueblo trabajador alzaron las vieja consigna de Canarias Libre. No conocían la existencia de Secundino Delgado, pero llegaron al mismo lugar por mero instinto político. Canarias Libre fue entonces no sólo una consigna, sino un embrión de organización que a modo de frente político quería aglutinar a los combatientes antifranquistas. Su existencia fue efímera. En 1962 la mayoría de sus integrantes estaban en las cárceles fascistas. Pero la idea ya no se volvió a peder, como si había pasado la primera vez que fue lanzada en los finales del siglo XIX. Esta segunda edición era también el intento de construir un escenario de liberación social y de búsqueda de la identidad colectiva.
La idea aún no se había manifestado del todo. No fue hasta los años de la transición en que por primera vez se expresó de manera inequívoca. Las organizaciones nacional-populares, las verdaderas fuerzas de la ruptura democrática en Canarias, dieron por fin la fórmula completa. En los mítines, en los documentos, en el ambiente surgió con fuerza la nueva proclama: “Canarias Libre y Socialista”. La idea insertada del todo en la tradición histórica era además la formula más avanzada del internacionalismo en la época. Solidario con las luchas de los pueblos de la península, con el Sáhara, con Nicaragua y el Salvador, con todas las luchas anti-imperialistas del mundo que eran también la lucha de los que se abrigaban bajo esa consigna.
Con la derrota sufrida a finales de los setenta desapareció, pero no para siempre. Quedó arrinconada y olvidada en el trastero de la historia, pero seguía teniendo todo su potencial de transformación. Pepe Casanova y Angel Guanche, nos recordaron este once de junio de 2011, que rescatada y reinterpretada a la luz de los tiempos, aquella consigna sigue siendo una poderosa forma de decir todo lo nuevo que se quiere construir. Canarias libre y ecosocialista, es la expresión de la necesaria reconstitución de una forma estado que como el profesor Jose Luis Escohotado no se cansa de repetir, debe partir del principio trinitario: República, Autodeterminación, Ecosocialismo.
Canarias libre, y luego más tarde, socialista, no es un slogan nacionalista, ni su matriz proviene de ahí, aunque los nacionalistas de izquierda lo hayan usado con todo derecho.  Tampoco es un slogan comunista, aunque muchos comunistas lo usaron como expresión de sus deseos y de sus ideales. Y aunque los anarquistas, o algunos de entre ellos lo portaron, no es un slogan de los hijos de Bakunin. Es sobre todo el deseo de luchar por unas islas más justas y libres de las diversas formas de opresión y explotación. Ahora usándolo, los ecosocialistas se han sumado a una larga tradición de luchadores por la emancipación y la justicia social en Canarias. De ahí el valor del gesto de Casanova y de Guanche invitándonos a la renovación del pensamiento sin perder los orígenes desde donde partimos.