sábado, 17 de marzo de 2012

¿Equiparará el petróleo Canarias a Noruega?

Kaosenlared

 José Angel Hernández    

No nos dejemos engañar por los cantos de sirena de los caciques del petróleo y de los políticos que los adulan...
En las elecciones generales celebradas el pasado 20 de noviembre de 2011 el Partido Popular obtuvo en Canarias 445.637 votos, lo que en porcentaje supuso un 48% sobre el total de votos válidos emitidos a candidaturas.
El 6 de marzo de 2012 el Parlamento canario aprobaba, con los votos en contra del Partido Popular, una propuesta de resolución en la que se decía:
"no se dan las condiciones, en estos momentos, para que se realicen actividades de prospección, exploración y producción de petróleo o gas en las aguas que circundan al archipiélago canario, debido a los elevados riesgos para la industria turística".
Díez días después de aprobada esta resolución por el Parlamento canario, el consejo de ministros autorizaba las prospecciones petrolíferas de la multinacional Repsol YPF frente a las costas canarias.
El matiz señalado en la propuesta de resolución que se opone a las prospecciones petrolíferas que dice “en estos momentos”, pudiera ser señal de que la negativa parlamentaria esconde una intencionalidad espuria.
La industria turística tiene fuertes intereses económicos ligados a la especulación inmobiliaria y la explotación del suelo, pero si estas ligazones encuentran alternativas en contrapartidas financieras provenientes del sector petrolero, no dudará el sector empresarial turístico y los partidos políticos ligados a ellos en acabar aceptando que se realicen esas mismas extracciones petrolíferas que ahora políticamente descartan desde el Parlamento canario y el gobierno autonómico de las islas.
En una evidencia sociológica que en Canarias existen graves carencias de desarrollo social, una de cuyas manifestaciones más desagradables es el alto nivel de corrupción institucional existente. Esto se une a la precariedad laboral y los bajos salarios, muy por debajo de la media estatal, las deficiencias de las redes sanitarias, educativas, y de infraestructuras en muchos barrios de los núcleos urbanos.
Todas estas realidades presentes en nuestras islas se unen a los factores medioambientales que son vitales en unos territorios insulares muy reducidos y con mucha escasez de recursos acuíferos, tanto para el consumo humano como para el riego de las áreas agrícolas. En este sentido cabe destacar que en las islas de Lanzarote y Fuerteventura, frente a cuyas costas se producirían las primeras extracciones petrolíferas, el agua disponible para el consumo humano proviene en más de un 80 % de la desalinización del agua del mar.
Realizar extracciones petrolíferas en el mar conociendo la necesidad vital que tiene la población de estas islas de someter las aguas marinas que la rodean a procesos químicos para transformarla en apta para el consumo humano, introduce un factor de desestabilización medioambiental añadido a los que ya han de soportar las Islas Canarias, que suponen un atentado contra derechos básicos de los seres humanos afectados.
Desde el Gobierno el estado y la multinacional Repsol se intenta vender la idea propagandística de que la industria petrolífera en las costas canarias será como agua de mayo, que acabará trayendo tales bendiciones a Canarias que esta acabará equiparándose a Noruega en cuanto a niveles de desarrollo y bienestar social de sus ciudadanos.
Esta propaganda finge ignorar que Noruega ya era un país con un elevado nivel de desarrollo social cuando en los años 70 se iniciaron las extracciones petrolíferas en el Mar del Norte, así como que el petróleo no es explotado por una empresa privada, sino que lo hace el mismo estado noruego, y que por ley es obligado que los recursos financieros generados por la actividad petrolífera sean destinados al desarrollo social de la ciudadanía noruega.
La explotación de la industria petrolífera en aguas próximas a las costas noruegas sirvió para generar recursos que repercutieron en un desarrollo social que ya existía, y que nada tuvo que ver en su origen con la explotación de petróleo alguno.
En Canarias se parte por el contrario de una estructura social y económica muy deteriorada y débil, de una enorme corrupción imbricada en todo el aparato político de las islas, también lo está en el estatal, y de unas necesidades de recursos acuíferos y desarrollo ecológico evidentes.
En este contexto, el desarrollo de una industria petrolífera en las costas de las islas Canarias no traería sino el añadido del peligro de un desastre ecológico cuyas repercusiones en las islas más próximas a las plataformas de extracción, sean estas fijas o móviles, serían catastróficas para la vida humana que en ellas se desarrolla. Los factores de profundidades marinas existentes en las zonas de potencial extracción, que obligaría a excavar por debajo de los 3.500 metros, unidos a las actividades volcánicas submarinas presentes en la zona, no se puede obviar que Canarias es un archipiélago de origen volcánico, conforman un panorama bastante realista que debe poner de manifiesto de manera nítida el peligro letal al que la población de las islas Canarias se enfrenta por la codicia humana.
El gobierno de Rajoy implementa un despotismo colonial para favorecer intereses privados que nada tienen que ver con los de la población canaria.
La inversión en fuentes de energías renovables cuyo desarrollo incidirían en un desarrollo planetario sostenible es insuficiente, y absolutamente condicionado a intereses que tienen que ver con el fortalecimiento del espíritu militarista, del enriquecimiento de las grandes corporaciones privadas y estatales, y al fin y al cabo, del sistema bancario global, sea privado o sea estatal, que no es sino la máxima expresión del nefasto posibilismo que en el tiempo presente permite la acumulación ilimitada de patrimonio.
La necesidad de apoderarse de las zonas de explotación petrolíferas ha constituido uno de los factores determinantes en las guerras que han devastado el planeta a partir de comienzos del siglo XX y hasta el día de hoy. Las corporaciones petrolíferas no han dudado en presionar a gobiernos a fin de que utilicen su poderío militar para apoderarse de las reservas de petróleo mundiales y explotarlas luego en su beneficio. Y las revoluciones nacionalistas triunfantes que se han producidos en estados productores de petróleo no han servido sino para una vez tomadas los resortes del estado, utilizar los recursos financieros generados por la explotación y exportación de sus recursos petrolíferos para gastarlos en fortalecer sus propias estructuras militares, afianzar en el poder absoluto al dictador, y enriquecer impúdicamente a este, a su familia, y a la jerarquía de déspotas menores de la que el dictador se rodea.
El desastre medioambiental al que se arriesga la población de las islas Canarias no viene solo de errores o deterioros que pudieran afectar a las plataformas de extracción fijas o móviles, sino además del incesante tránsito de buques petroleros que se produciría por las aguas del archipiélago.
Utilizar el argumento de que la exploatación de petróleo en las costas canarias llevará al archipiélago a implementar las bases económicas que elevarán el desarrollo social de la población de las islas a niveles semejantes a los de la población noruega constituye una burla y una falta de respeto a la ciudadanía canaria.
No nos dejemos engañar por los cantos de sirena de los caciques del petróleo y de los políticos que los adulan.
Aunque todo esto sin obviar tampoco, como se dice al inicio de este artículo, que los canarios hemos votado masivamente al Partido Popular en las últimas elecciones generales celebradas hace tan solo unos pocos meses..
¿Nos haremos por ello merecedores del desastre medioambiental que puede sobrevenir a consecuencia del desarrollo de una industria petrolífera frente a nuestras costas?..