viernes, 20 de mayo de 2011

La inocencia no mata al pueblo, pero tampoco lo salva. Un pueblo sin conciencia histórica es un pueblo amnésico


Las calles de las principales ciudades del estado español rebozan de griterío desde el día que tomó conciencia absoluta el movimiento llamado ya 15-M por los propios integrantes. La plataforma, que comenzó llamándose Democracia Real Ya! ha adquirido un gran protagonismo en los prolegómenos de lo que serán las elecciones municipales y autonómicas - también para los Cabildos en Canarias - del próximo domingo, 22 de mayo.

Sin embargo, donde mayor importancia está teniendo esta revolución pacífica por la que abogan todos aquellos que se han sumado al movimiento, que no promulga ningún posicionamiento ideológico concreto, es en La Puerta del Sol, en Madrid, donde está aglutinando a varios millares de personas durante todos los días. En el resto de lugares del estado también está teniendo incidencia, aunque menos.

Parece que la conciencia deja de ser una enfermedad, enfermedad que bien retrató en su momento Fiodor Dostoievski en sus Memorias del subsuelo. En la conciencia, en la lucidez, siempre encontraremos al final un paredón que nos frena. Eso decía en su nihil. Sin embargo, este paredón parece no existir para lo que mundialmente comienza a conocerse como SpanishRevolution.

Y es que tal vez Stéphane Hessel tenga bastante que ver, junto a José Luis Sampedro en este movimiento popular. Indignaos, pequeño ensayo publicado por Hessel veía la luz hace unos meses y pronto se convirtió en el estímulo de reacción. Todo un alegato en favor de una insurrección política por la vía pacífica contra la pasividad social, tanto en la juventud como en los ciudadanos de edada avanzada ante la situación social ante la situación política, social y económica.

Pese a la perfección que destila el movimiento y las distintas revueltas pacíficas, donde parece que incluso en algunos instantes la represión policial llega a aflorar, posiblemente no llegue a calar bien del todo si las peticiones no se adecúan a la realidad de cada lugar. Canarias necesita una democracia real, sí. Posiblemente solo con pedir eso ya se pida todo lo demás, pero probablemente sea necesario que los convocantes en las islas dejen claro que están totalmente en contra de la barrera electoral, de un estatuto de autonomía que tiene unas deficiencias enormes y de ese sistema electoral, donde entra esa barrera antidemocrática, y que dice ser la voz de los ciudadanos. Con pedir una democracia real se pide esto, pero es importantísimo saber qué se pide.

Parece que a sus 93 años Hessel ha despertado en una cadena infinita los sentimientos de muchas gentes, el problema llega cuando se tienen sentimientos de rabia y el ardor necesario como para protestar por los derechos, pero no se es consciente de lo que realmente se está pidiendo.

Las manifestaciones se van sucediendo, las caceroladas en Canarias también. Parece que ya va tomando conciencia y razón de ser el movimiento; un movimiento que posiblemente ya nadie podrá parar. ¿Realmente estamos ante una revolución pacífica? Difícilmente podrá responderlo nadie por el momento.

La cantidad de manifestantes sigue aumentando, la cantidad de gente indignada: jóvenes, no tan jóvenes, pensionistas, desempleados, etc. está creciendo cada segundo. Otra cosa es la conciencia, pero eso se obtiene a partir de un sentimiento encontrado, a partir de un rebote de rabia que lleva a la lucidez. Posiblemente esté llegando, tal vez sean solo espejísmos.

Indignémonos para crear conciencia, indignémonos para que en esta tierra canaria se conozca nuestra cultura y nuestra tradición, indignémonos para que realmente se exploten nuestros recursos de una manera sostenible y dentro de unas políticas lógicas, donde el principal motor sea el pueblo y el pueblo sea quien maneje su ser, indignémonos para cambiar un sistema que nos condiciona tanto hasta hacernos ser simplemente una pieza más de un puzle roto. Indignémonos.