jueves, 29 de septiembre de 2011

REPÚBLICA Y SOCIALISMO

REPÚBLICA Y SOCIALISMO

Posted: agosto 12, 2011 by carteldelasartesylasletras in JOSE MIGUEL PÉREZ
Etiquetas: ,

Publicado el 6 de Mayo de 1931 en el nº 41 de Espartaco Semanario de Avance y escrito por José Miguel Pérez, nos llega este artículo de título “República y Socialismo (I)”, gracias al increíble trabajo hecho por el profesor Miguel Angel Cabrera Acosta e Ignacio Reyes (cediendo ejemplares) en conseguir los ejemplares actualmente disponibles en la biblioteca de Guajara y de Miguel Rodríguez y Juan González en difundir este legado y ponerlo en un formato más manejable para su consulta no tiene precio para los enamorados del período de la historia correspondiente a la II República en la Isla de La Palma, pudiendo todos acceder gracias a su buena labor, a las palabras y a la vida de tantos luchadores y luchadoras de esa época que dieron su vida en la lucha contra el fascismo en las Islas Canarias. En este periódico nos acercamos a través de las palabras, a la vida de los para mí mas importantes luchadores obreros de todos los tiempos, un verdadero ejemplo a seguir, de humildad, honestidad y capacidad de lucha ante las injusticias, que es urgente que hoy rescatemos para toda la gente joven que va a sufrir unas condiciones muy duras de vida. El artículo publicado en esa fecha dice:
A. Bogdanoff, en un curso popular de Economía Política, dice que el pensar es, por decirlo así, un lenguaje interior.«Pensar, agrega, es concebir ideas o pensamientos que se expresan con palabras. Por consiguiente, para pensar es necesario tener palabras, símbolos que describan los pensamientos contenidos en la mente del hombre.. En otros términos, el pensar ha naciod del lenguaje hablado. (Si suponemos lo contrario, esto es, que el lenguaje es un producto del pensamiento, que los individuos aislados «pensaron» las palabras antes de que éstas fueran expresadas entre los hombres, llegaremos a la absurda conclusión de que el lenguaje así creado sólo podía ser comprendido por su creador). Siendo esto así, tendremos que admitir que no sólo las palabras, sino también los pensamientos han nacido indudablemente del proceso social de la producción».
Y así la República y así el Socialismo. No busquemos, por lo tanto, un mito creador de la República ni un reformista soñador del Socialismo. En el movimiento social moderno no caben las palabras sin definición, ni pensamiento sin principio económico y social sugerente. El hecho sugiere la idea que es palabra y acción en el pensamiento. Ni la idea de república es cosa pensada aisladamente por los republicanos, ni la idea de socialismo es una cosa soñada por los socialistas, no la idea monárquica una prerrogativa divina. Esto es absurdo y falso. La idea monárquica representa el esfuerzo, en una época determinada, de una clase social representativa de un sistema económico determinado. ¿Con qué objeto? El de lograr y mantener en el mundo su dominio económico, y con éste el dominio político y social. Costumbres, moral, justicia y religión, son formas, y a la vez principios, mantenedores de ese y de aquel dominio. Destruid el régimen económico feudal y las costumbres cambian, y la moral se modifica y un nuevo concepto jurídico se desenvuelve y una nueva interpretación de las ideas religiosas se manifiesta. Cambiaron las condiciones económicas, y, por lo tanto, cambiaron las instituciones políticas, costumbres, moral, ley, religión, etc. Y acierta, Engels, cuando dice en su gran libro «El Origen de la Familia, de la Propiedad y El Estado»: «Las condiciones económicas son la base de las instituciones políticas». Y acierta Marx cuando afirma en su obra «La Miseria de la Filosofía», que «la sociedad no cambia sus costumbres fundándose en la fé de las instituiciones: sólo se decide ante la autoridad, de los hechos». Y los hechos hicieron cambiar la sociedad feudal con su hidalga aristocracia y su propiedad patriarcal de las tierras, al surgir los nuevos métodos de producción determinantes de un nuevo proceso de la vida social y espiritual, según dice Carlos Marx en su «Crítica de la Economía Política», ¿Qué nueva organización económica surge a la vida? La de la pequeña burguesía con su caracter limitado de producción artesanal; pero en cuyo medio económico pequeño burgués, se desarrollan fuerzas nuevas que determinan, a su vez, una nueva forma de explotación y de servidumbre: La del pequeño capitalista sobre el maestro artesano, la de éste sobre el jornalero… Y la lucha continúa así hasta que surgen nuevos métodos de producción que determinan un nuevo proceso de la vida social, política y espiritual. Los hechos mandan… y el sistema económico capitalista no se hace esperar. La burguesía quiere dominar. Pide libertad y derecho para los hombres…; pero lo que en realidad pide, es libertad y derecho para sus fuerzas económicas en desarrollo. Estas trabajan acumulando en sus manos la riqueza y la fuerza con las que hizo la Revolución que le dió el dominio y el poderío. La sociedad feudal cayó. Esto tenía que ser y fué. ¿Qué más? El triunfo de la República, de la libertad, del derecho y de la justicia…¡Bellas palabras si en la realidad de los hechos se confirmaran y si no estuvieran sujetas a capricho de la clase dominante, que prescinde de ellas cuando conviene a sus intereses!
Por esto y sólo por esto, Lenin se reía de la libertad, y la consideraba como un prejuicio burgués, como lo son las costumbres, la moral, la religión y la justicia actuales. Libertad, derecho, justicia, si, mientras «las fuerzas económicas trabajan acumulando en manos de unos las riquezas y la fuerza, y amontonando sobre otros la servidumbre y la miseria…» Mientras en el seno de la sociedad existe la antítesis de dos fuerzas en lucha que tienden y deben destruirse porque la una vive a expensas de la otra; mientras existe un Estado burgués y capitalista nacido en el conflicto del proletariado y la burguesía, y que es «una fuerza de la clase poderosa, de la que impera económicamente, y que merced al Estado se hace otra vez clase preponderante desde el punto de vista político, y crea de tal manera, nuevos medios de dominar y explotar a la clase oprimida», y es verdad que «el Estado antiguo era principalmente el Estado de los poseedores de eslavos para tener a estos bajo el yugo; lo mismo que el Estado feudal fue el órgano de la nobleza para sujetar a los labriegos siervos o vasallos, y como el Estado representativo actual es el instrumento de la explotación de los asalariados por el capital»… No es una infamia hablar de libertad, de derechos y de justicia, considerando la República como una forma de organización perfecta partiendo de esos principios abstractos. República, se dice, es libertad para todos, derechos para todos, justicia para todos… mientras «las fuerzas económicas (hay que repetir esta frase de Jaures) trabajan acumulando en manos de unos las riquezas y la fuerza, y amontonando sobre otros la servidumbre y la misera». Aunque estos unos se llamen republicanos socialistas burgueses, y aunque se vistan con el ropaje de la Santa Libertad, Igualdad y Fraternidad. Los tiempos han cambiado y es preciso que cada uno ocupe el lugar que le corresponda en las luchas, sin hacer traición a sus ideales. Abolir la monarquía… Muy bien. Nosotros somos los primeros en esa lucha.. Afirmar la República… Muy bien también, pero luchando por el socialismo, contra la burguesía llámese monárquica o republicana. Si, la burguesía puede que se afirme en el poder republicano, pero nosotros queremos y debemos luchar porque ese poder pase a las manos de la clase trabajadora, aunque don Indalecio Prieto crea que esta clase no está preparada para ocupar ese poder. Si no lo está debe prepararse luchando contra la burguesía llámese o no republicana. Este es su deber, el de ayer y hoy. Por lo menos sabemos lo que queremos y adonde vamos. La Revolución está en marcha y si puede, la burguesía que la detenga, pero nosotros no debemos ayudarla en ese criminal trabajo. Seríamos unos traidores si lo hicieramos. La hemos ayudado para derribar a la monarquía. La debemos ayudar para asegurar la República, si quereis. ¿Cómo?. Continuando la Revolución que no se ha hecho todavía desde el Gobierno provisional. La monarquía sigue en pleno en el ejército, en la iglesia, en el régimen feudal de la propiedad, en todo… Y la ayuda que el Socialismo debe y puede prestar a la República es para destruir y cambiar todo eso. Después cada uno a su fin, si es que las circunstancias y la relación de fuerzas no nos permiten apoderarnos de la Revolución y continuarla hasta el fin que deseamos.
Publicado el 13 de Junio de 1931 en el nº 42 de Espartaco Semanario de Avance y escrito por José Miguel Pérez, nos llega la segunda parte de este artículo bajo el título “República y Socialismo (II)”.
El presente interés que la República tiene para nosotros, consiste en desentrañar el simbolismo característico de la República como forma política de una idea con un amplio contenido social, colectivo, por ejemplo, el Socialismo. Planteada la cuestión sobre esta base, pudiera llegarse a considerar la República como la forma política del Socialismo e incluso decir con Engels o con Jaurés, que la República anuncia el Socialismo, lo prepara y hasta lo contiene en cierto modo. No sabemos hasta que punto podríamos estar conforme con esto, con los maestros antes citados. Somos simples comentadores y además, tengamos en cuenta la situación de momento que vivimos. Somos jóvenes y estamos viendo muchas Repúblicas que no anuncian, ni preparan, ni contienen nada de socialismo, si acaso, de capitalismo, de burguesía y de opresión. Los días y los hechos no pasan desapercibidos para nuestra mirada inquieta y escrutadora. Y vemos que los días, bajo el sol de las repúblicas o la sombra de las monarquías, son días iguales, llenos de inquietudes y desesperación, de trabajo y de miseria, de mal vivir y peor comer. Y no podemos ser indiferentes a las horas que pasan bajo las Repúblicas o las monarquías, sin pensar y sin luchar contra la esclavitud del trabajo que se hace por el mísero jornal que se paga y en dónde se pierde la noción del tiempo, la dignidad humana, el valor del hombre libre y cooperador, el producto íntegro y justo de lo que se trabaja, las energías físicas y la fuerza moral y hasta la vida muchas veces. Así se suceden las horas en la sociedad capitalista que no tieen forma determinada de Gobierno, para poder explotar y oprimir; y esclaviza bajo el cielo azul claro de las civilizaciones griegas; oprime y desgarra en las sangrantes luchas de los imperios y repúblicas romanas; oscurece y doblega bajo la anunciación divina de los evangelios y del poder feudal y bajo las monarquías absolutistas; explota y engaña bajo el signo de la Revolución que da derechos, pero no pan; que da libertad, pero nos oprime bajo su poder económico; que hace del hombre lobo del hombre, y da a la mayoría que trabaja y produce, miseria y dolor, y a la minoría que no trabaja y produce, riqueza y poder. En las repúblicas griegas, ilotas y esclavos. En los imperios y repúblicas romanas y señoríso feudales y monarquías despóticas, siervos y esclavos… nada a pesar de todas las modificaciones y de todas las reformas y de todas las libertades y derechos del hombre… continúa la explotación inicua, y es mayor la miseria, más inmenso el paro, más terribles las guerras, más visible y enconada la lucha de clases, más opresivo y tiránico el poder del capital. Y bajo estas sombras pasaron y pasan los días en las repúblicas y en las monarquías. Por lo tanto, las formas de Gobierno no es lo fundamental. Es el Estado, el Régimen político, social y económico de la sociedad lo que hay que cambiar. La juventud de hoy, vive, piensa y comprende. Vive pensando en lo que es y quiere vivir lo que piensa, por que así es como evoluciona la vida, el pensamiento, las ideas, la sociedad. Así la vida no es muerta y las ideas tienen alma, y el pensamiiento luz, calor y rebeldía, y por lo tanto, podremos comprender el sacrificio, la protesta, la lucha abnegada de la humanidad de ayer y la de hoy. Podremos comprender la rebeldía de Prometeo, símbolo del derecho del encadenado; la austeridad de Sócrates bebiendo la cicuta, símbolo de la verdad ofendida; a Cristo hombre que pasó por la tierra dejando una estela de esperanza; a Espartaco, el esclavo rebelde al frente de sus gladiadores venciendo a las legiones romanas; a Galileo, Servet, Hus y tantos otros defensores de la verdad y la ciencia, abriendo nuevas rutas de pensamiento humano; podremos comprender lo que fue y significó la Gran Revolución francesa, y lo que es y será la Revolución Rusa. El pensamiento en la historia y en la vida, en los hechos y en la realidad. Y la realidad nos dice que el derecho sigue encadenado en las Repúblicas y en las monarquías, a la roca de la explotación capitalista; que la verdad sigue ofendida en una sociedad engañada; que la fraternidad sigue deshecha en los egoísmos y ambiciones de las castas dominantes; los hombres siguen esclavos del trabajo duro, del jornal mísero y de las horas largas; las causas que producen las revoluciones siguen latentes; la superabundancia produciendo una gran misería, la superproducción produciendo crisis; el patriotismo y el militarismo preparando la guerra; la sociedad frente al Estado; la lucha del productor contra el que no produce nada, el proletariado contra la burguesía… Esta es la realidad amarga en el momento actual, con la cárceles llenas de rebeldes proletarios, hermanos nuestros; con los pueblos oprimidos y estrangulados por las tiranías fascistas de las repúblicas y las monarquías… Nicaragua, Cuba, Puerto Rico, etc.. etc., lloran bajo el imperialismo de la libre América, como lloran Egipto y la India bajo el imperialismo de la liberal Inglaterra, y como lloran los anamitas, los sirios y los rifeños bajo la Francia republicana. Esta es la realidad amarga en el momento actual con veinte millones de hombres parados, con veinte millones de hogares que no tienen luz ni calor, y con sesenta millones de manos inocentes que piden pan y no lo obtienen, mientras se gastan cuatrocientos o quinientos millones en presupuestos de guerra, y los bancos acumulan en sus arcas el sudor de esos hombres que hoy no tienen trabajo y el pan de sus hijos que se mueren de hambre. ¡No!. El pleito a ventilar, republicanos españoles, no es entre república y monarquía… mientras se escuchen en repúblicas como la alemana tristes diálogos como este donde un hijo de un minero pregunta a su madre – ¡Madre, hace frio! ¿Por qué no enciendes el fuego?
- ¡Porque no tenemos carbón! Tu padre está sin trabajo y no podemos comprarlo.
- ¿Y por qué está sin trabajo?
- ¡ Porque hay mucho carbón!. Esto es una vergüenza de la sociedad capitalista bajo las repúblicas o bajo las monarquías. Y la República española no se salva de esta vergüenza, porque el pueblo está hambriento, las muchedumbres desocupados, los campesinos sin tierra, el caciquismo en pie, la riqueza acaparada, la reacción vigilando y dominando, la iglesia con privilegios, el ejército monárquico sin disolver, el Poder ahogando y frenando el movimiento revolucionario… El Socialismo no debe entregarse a este Poder, sino luchar por superarlo en bien de la Justicia Social. ¿Principio abstracto? No. Que lo diga Jaures en estos hermosos párrafos finales:
«Hasta ahora las civilizaciones más esplendorosas han sido como desarrolladas sobre un fondo de miseria y de servidumbre. La belleza helénica, el genio de Fidias, la elegancia soberana del Partenon, la música divina de los diálogos de Platón, el prodigioso brillo del pensamiento de Aristóteles resplandeciendo sobre todas las cosas de la Naturaleza y del pensamiento, la democracia de Atenas deliberando en el Agora bajo el azul del cielo Ático… ¡Espectáculo admirable!, que tenía por fundamento y base oscura la servidumbre de los aliados explotados y la miseria muda de los esclavos.
Después el gran sol cristiano que pasa sobre la tierra; es una nube de oro que se refleja en el lago de Galilea; una sublime esperanza de fraternidad que atraviesa el corazón de los hombres.
Pero los primeros triunfos de la nueva doctrina iban haciendo camino; las miserias proletarias continuaban. El imperio romano, que transmite a la Iglesia misma sus conquistas, se apoya sobre la servidumbre y los esclavos. Los siervos se inclinaban sobre la gleba, al borde los caminos que conducían a los fieles a la Iglesia fraternal.
Los siervos también asistían al oficio divino en que se proclamaba la belleza y se rendía adoración a un Dios de fraternidad y de dulzura. Pero los patricios creían que bastaba proclamar la igualdad en el orden sobrenatural, olvidando realizarla en la vida.
La revolución vino y dijo: «Libertad para los hombros; derechos para todos los hombres», y creyó también que bastaba ejercer la libertad para realizar la justicia. Pero las fuerzas económicas trabajan acumulando en manos de unos las riquezas y la fuerza, y amontonando sobre otros la servidumbre y la miseria…
Y bien; hay que concluir con esas iniquidades de la Historia; hay que concluir con esas civilizaciones de exterioridad y falso brillo. Queremos que la masa se levante; queremos que la igualdad penetre en la vida de los hombres; que no sean hermanos en el nombre, iguales en la fórmula, sino que sean verdaderamente asociados y cooperadores de la vida humana, en el trabajo, en el hábito del pensamiento, en la alegría del corazón, en la nobleza del alma y en la amplificación de los horizontes de justicia, de luz y de esperanza.
Esta es la obra civilizadora del Socialismo. Y al mismo tiempo que quiere una sociedad de iguales sustituya a la sociedad de antagonismos que hace chocar los individuos contra los individuos y las clases contra las clases, quiere que la barbarie de la guerra y la paz aramada cese para las naciones y que todos los tesoros y riquezas de oro y de pensamiento que la Humanidad malgasta en esas brutalidades sean consagradas a fecundar la vida.
Y ese ideal de paz, de justicia, de humanidad, de trabajo asociado,, organizado y fecundo es lo que el socialismo pone en el alma de las muchedumbres, ellas empujan la Historia; ellas realizan el ideal. Y los hombres y los pueblos, reconciliados por primera vez, alcanzarán la humanidad. Hoy llevamos en nosotros, junto con las bellezas del pensamiento, los impulsos del instinto salvaje; no encontramos una alegría plena sino cuando poseemos y gozamos lo que a los otros falla. Hay que libertarse de esa carga horrenda, de esos restos de instintos groseros y de animalidad. Hay que establecer la humanidad libre y pensante, la humanidad que tenga una conciencia, una voluntad y un corazón».
A eso debe ir el Socialismo sin componendas, reformismos ni traiciones.
José Miguel Pérez